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✂El sastrecillo valiente

El sastrecillo valiente

El sastrecillo valiente✂

Versión Libre

Erase una vez un sastre que estaba cosiendo en su taller. Cuando de repente pasó una joven vendiendo dulces y mermelada. El sastre al ver la mermelada decidió comprar y se preparó un rico pan tostado con mermelada.

Continuó alegremente con su tarea pero las moscas se pararon sobre el pan y cuando el sastrecillo las vio, dio sobre la mesa un fuerte golpe para ahuyentarlas. Al levantar la mano se sorprendió de haber matado 7 moscas de un solo golpe.

- ¡Pero si he matado siete de un golpe! ¡Esto sí es ser rápido! ¡Voy a contárselo a todo el mundo!

Estaba tan orgulloso de su hazaña que se cosió un cinturón en el que bordó la frase “Siete de un golpe” y se fue de viaje por el reino.

Pasó por una montaña donde se encontró a un gigante. Al ver éste lo que decía el cinturón del sastrecillo lo desafió:

- ¿Tan valiente eres que derribaste a siete de un golpe?

- Sí señor, a siete.

- ¡Si es así demuéstralo! Ven a mi cueva a pasar la noche si te atreves.

- ¡Iré encantado!

La cueva era grande y oscura. El gigante le ofreció una cama al sastrecillo, pero él prefirió pasar la noche acurrucado en una esquina. En mitad de la noche el gigante, que creía que el sastrecillo dormía en la cama, cogió una barra de hierro y dio un golpe sobre ella.

En la mañana cuando el gigante vio que el sastrecillo estaba vivo, sintió tanto miedo que huyó como un cobarde.

El sastrecillo siguió con su viaje y llegó al palacio del Rey. Como estaba tan cansado, se acostó un rato a descansar. Mientras estaba durmiendo unos soldados del rey leyeron la inscripción de su cinturón: “Siete de un golpe” y como creyeron que se trataba de un importante caballero corrieron a informar al Rey.

El Rey pensó en contratarlo, pero no estaba muy seguro, así que lo puso a prueba.

- Deberás acabar con los dos gigantes que hay en el bosque y que asolan mi reino. Te advierto que son malvados y que nadie se atreve a acercarse a ellos, así que si lo consigues te otorgaré en señal de gratitud la mano de mi hija y la mitad de mi reino.

- ¡Acepto!, dijo decidido el sastrecillo.

Al llegar al bosque se encontró a los dos gigantes durmiendo profundamente. Vio que justo encima de ellos caían las ramas de un árbol. Se llenó los bolsillos de piedras y se subió a las ramas. Empezó a lanzar las piedras sobre el pecho de uno de los gigantes, que al cabo de un rato se despertó gritándole al otro:

- ¿Qué pasa? ¿Por qué me pegas?

- ¡Pero qué dices! ¡Estás soñando!

Se volvieron a dormir y el sastrecillo volvió a lanzar piedras sobre el pecho, esta vez, sobre el otro gigante.

- ¿Pero qué haces?, gritó el otro gigante

- Nada, estaba durmiendo. ¡Pero me acabas de despertar!

- ¡Mentira, me estabas tirando piedras!

Discutieron un rato, pero como tenían mucho sueño no duró mucho la pelea y se volvieron a dormir. En ese momento el sastrecillo lanzó la piedra más grande que guardaba sobre el primer gigante.

- ¡Ahora si que te has pasado! - dijo el gigante, y saltó sobre su compañero, pelearon tan violentamente que ambos murieron.

El sastrecillo volvió al reino diciendo que había sido él quien los había matado. Pero el Rey seguía dudando así que le puso un nuevo reto.

- Antes de tomar la mano de mi hija y la mitad de mi reino tendrás que capturar al unicornio que hay en el bosque.

El sastrecillo salió en su búsqueda provisto de una cuerda y un hacha. Cuando encontró al unicornio, éste corrió para embestirlo. Pero el sastrecillo fue más astuto y se ocultó rápidamente detrás de un árbol. Entonces el unicornio quedó clavado con el cuerno en el árbol. El sastrecillo le ató la cuerda al cuello, cortó con el hacha el cuerno y volvió a presentarse ante el Rey.

Pero el monarca seguía sin estar conforme y le ordenó otra tarea.

- Tendrás que cazar al jabalí que hay en el bosque.

El sastrecillo regresó al bosque y en cuanto el jabalí lo vio, corrió contra él dispuesto a hacerlo añicos. El sastrecillo corrió hacia una casa abandonada que había muy cerca y de un brinco se metió por la ventana. El jabalí entró en la casa y cuando quiso salir se encontró con que el sastrecillo había cerrado la puerta por fuera.

De nuevo fue al palacio y esta vez el Rey no tuvo más remedio que aceptar que se casara con su hija y darle la mitad de su reino.

Pasado el tiempo, una noche la princesa escucho al sastrecillo que hablaba dormido:

- ¡Muchacho, acábame el traje y cose los pantalones si no quieres que te mida la espalda con esta vara!

La princesa pensó que su esposo no era un valiente guerrero sino un vulgar sastre y se presentó ante el Rey contándole lo ocurrido. Su padre le dijo que a la siguiente noche dejara la puerta del dormitorio abierta y cuando el sastre volviera hablar dormido, los guardias reales lo capturarían.

Pero las palabras del Rey fueron escuchadas por un escudero que era fiel amigo del sastrecillo quien fue a contarle la trampa que estaban tendiendo.

La noche siguiente, cuando la princesa creía que su marido dormía se levantó a abrir la puerta y entonces él, que se hacía el dormido pero estaba en realidad bien despierto, comenzó a decir fuerte y claro:

- ¡Muchacho, acábame el traje y cose los pantalones o te mediré la espalda con esta vara! ¡Por algo he matado a siete de un golpe, a dos gigantes, un unicornio y un jabalí!

Al escuchar esto nadie volvió a cuestionar al sastrecillo y mucho menos, a enfrentarse a él.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Cuentos de los hermanos Grimm