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La viajera

La Viajera
La viajera

Su vida fue extraordinaria. Probó las mieles de codearse con los reyes y también conoció el oscuro mundo de necesidad de los mendigos, entre ambos mundos se movió con absoluta soltura. No hubo un solo rincón de su país que no recorriera, a su paso compró centenares de variadísimos  objetos. Ella siempre se mantuvo en movimiento. 

Sólo una vez quedó presa… aquellas cuatro paredes, aquel denso y terrible hacinamiento, aquella pequeña rendija que apenas dejaba colar un débil rayo de luz, a veces por la rendija caía otra de sus compañeras y de vez en cuando eras sacudidas como para comprobar si aún había sitio para más… fue un largo año; pero todo aquello nunca le resto su valor, es más, cuando la prisión se rompió en mil pedazos y quedó libre continuó su camino altiva, jamás se sintió despreciada, por el contrario era bien recibida donde llegará. 

Al final de sus días se notaba en su aspecto el desgaste de Lis años y de tantas aventuras. Un día un extranjero se la llevó lejos, cuando la vio se enamoró de ella, decía que era inapreciable. La conservó como a una joya y la cubrió cuidadosamente con un delicado terciopelo púrpura, aquel sujeto era un  numismático (un coleccionista de monedas antiguas) de larga experiencia y con una bien atestiguada labor como editor de libros y autor de conocidos catálogos de la Numismática Española. No cabía la menor duda, aquella moneda tuvo una vida extraordinaria.

L.D. Araujo Morales