Los 7 cabritos
Érase una vez una cabra que tenía siete cabritos. Cada sábado salía a hacer la compra y siempre le advertía a sus hijos que tuvieran cuidado de no abrir la puerta a nadie.
- Debéis tener mucho cuidado. El lobo es muy mañoso y es capaz de disfrazarse para engañaros. Si veis que tiene la voz ronca y la piel negra tened precaución porque de seguro es el lobo.
- ¡Descuida mamá, tendremos cuidado!
En cuanto la cabra salió al mercado, el lobo y llamó a la puerta.
- ¿Quién es?, preguntaron los cabritos
- Abridme hijitos, soy vuestra madre.
Pero los pequeños siguieron el consejo de su madre y no se confiaron.
- Nuestra madre tiene la voz suave y tu la tienes ronca, así que tu eres el lobo.
Al verse descubierto el lobo se enfadó y se marchó. Se comió un trozo de yeso para suavizar su voz y regresó a tocar la puerta de la casa de los cabritos.
- ¿Quién es?, preguntaron los cabritos
- Soy yo, vuestra madre.
La voz del lobo se escuchaba suave, pero los cabritos no se sentían muy seguros. Entonces, miraron por debajo de la puerta y vieron que sus patas eran negras y se dieron cuenta de que se trataba del lobo.
- Nuestra madre tiene las patas blancas ¡Tu no eres el lobo!
El lobo volvió a marcharse pensando en que la próxima vez lo lograría. Fue directo al molino y cogió harina para pintarse las patas de blanco. Una vez más el lobo volvió a llamar a la puerta.
- ¿Quién es?, preguntaron los cabritos
- Soy yo, vuestra madre.
Al escuchar la voz suave y mirar las patitas blancas los cabritos creyeron que se trataba de su madre y abrieron la puerta. Pero cuando comprobaron que era el lobo, corrieron aterrados a esconderse. Uno se escondió debajo de la cama, otro se metió en el horno, otro detrás de las cortinas, otro en el armario, otro en el fregadero y el más pequeño en la caja del viejo reloj de cucú.
El lobo los fue encontrándolos uno a uno y se los comió de un bocado, a excepción del más pequeño, que no lo encontró.
Estaba tan satisfecho de tanto comer que decidió acostarse a la sombra de un árbol para dormir la siesta.
Cuando la mamá cabra llegó a casa se asustó al ver todo desordenado y ni rastro de sus pequeños hijos. Entonces el cabrito más pequeño la llamó desde la caja del reloj, su madre la sacó de su escondite y el cabrito le contó todo lo ocurrido.
La mamá cabra cogió tijeras, aguja e hilo y fue con su cabrito a buscar al lobo feroz. Cuando lo encontraron cogió las tijeras y le abrió la tripa al animal. De ahí salieron uno por uno sus seis cabritillos.
Todos estaban muy felices de estar sanos y salvos, pero la madre quiso darle al lobo una lección y ordenó a los pequeños que fueran a buscar piedras. La cabra llenó el estómago del lobo de piedras y luego le volvió a coser la panza.
Cuando el lobo se despertó, tenía mucha sed y fue al pozo a beber agua, pero el peso de las piedras hizo que se cayera dentro y se ahogara. Los cabritillos celebraron saltando y cantando.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Cuentos de los hermanos Grimm
Apuntes sobre el Cuento |
Enseñanza/Moraleja: La maldad tiene maneras de disfrazarse para engañar y confundir.
|
Edad recomendada: A partir de 5 años
|
Qué se trabaja: Aprender a ser precavidos. Verificar y analizar. No todo es lo que parece. Tener un plan alternativo.
|
Valores: Precaución y astucia.
|
Redes Sociales