La hormiga y la cigarra
Versión Libre
Había una vez una hormiguita muy trabajadora que se la pasaba todo el día recolectando provisiones para llevar a su hormiguero. La hormiga iba y venía muy concentrada en su trabajo y con mucho entusiasmo.
Mientras que una cigarra la miraba y se reía de ella:
- ¡Pero que hormiga más tonta, yendo y viniendo mil veces al día! ¿Acaso no te basta con lo que ya has recolectado? - le dijo burlona la cigarra.
- Nos estamos preparando para el invierno que pronto llegará y tú también podrías recolectar provisiones, porque cuando llegue el frío ya no podrás. - contestó pacientemente la hormiga.
- Ja ja ja ja, para el invierno falta mucho hormiguita. ¿No estás cansada? Anda, descansa un poquito que te veo muy afanada - replicó la cigarra.
- No, gracias cigarra. Ya tendré tiempo de descansar en mi hormiguero cuando llegue el invierno. Pero ahora es momento de trabajar - y diciendo esto la hormiga continuó sus quehaceres.
Pasaron los días y la hormiguita seguía trabajando: llevaba hojitas, semillas, palitos, frutos y muchas cosas que le serían útiles cuando llegara el frío y la nieve.
La cigarra mientras tanto se quedaba muy relajada, durmiendo y descansando todo el día. Miraba a la hormiga y continuaba burlándose de ella: "¡Me canso nada más de verte hormiga!" le gritaba al verla pasar.
Pronto llegó el invierno, la nieve comenzó a caer, el viento a soplar, la lluvia y las heladas no se hicieron esperar.
La hormiga, que se había preparado muy bien para esa época del año estaba muy calentita en su casa, con mucha comida y provisiones. Se lo pasaba muy bien con su familia festejando, cantando y descansando en su hormiguero.
Pero en cambio, la cigarra que no había sido nada precavida, estaba en su cueva casi congelada, sin nada que comer y muy triste.
Un día estaba casi moribunda entre el hambre y el frío y decidió tocar la puerta del hormiguero para pedir ayuda.
- Por favor, hormiga apiádate de mí... me estoy muriendo de hambre y frío... tú tienes mucha comida y leña para hacer fuego.- le dijo la cigarra.
La hormiga miró a la cigarra con cierta duda y le respondió:
- Amiga cigarra te has burlado de mi arduo trabajo durante todo el verano y no te has preocupado por recolectar tu propia comida y leña. ¿Ahora vienes a rogarme que te ayude? ¿Quieres que te de lo que tanto trabajo me ha costado? ¿Crees que te mereces mi compasión?
- Tienes toda la razón, hormiga... lo siento mucho. La única tonta he sido yo al no seguir tu consejo y tu ejemplo - dijo llorando la cigarra.
- Venga cigarra, no soy una hormiga malvada, no permitiré que te mueras de hambre. - Y la hormiga preparó un buen paquete con provisiones y leña y se lo dio a la cigarra.
La cigarra le agradeció y prometió nunca más volver a burlarse de la hormiga. Se fue a su casa y se quedó allí reflexionando sobre su comportamiento. Había aprendido la lección.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Fábulas de Esopo
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