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Las Hadas

Las Hadas

Versión libre

Había una vez una malvada mujer que tenía dos hijas. La mayor era exactamente igual a su madre tanto en su aspecto físico como en su manera de ser, eran como dos gotas de agua. Ambas tenían muy mal carácter, eran odiosas, mal educadas y orgullosas.

La menor, Blancaflor, era parecida a su padre quien era un hombre sereno, amable y bondadoso.  Era además la más hermosa de las dos hermanas. La madre se sentía más identificada con su hija mayor porque se parecía más a ella y en cambio siempre se quejaba de Blancaflor y la hacía trabajar muy duro desde la mañana hasta la noche.

Blancaflor tenía que ir dos veces al día a buscar agua en el río y debía ir andando durante media hora y regresar con el jarrón lleno de agua. Un día la pobre chica estaba en el río lavando el jarrón, cuando de repente se le acercó una humilde anciana pidiendo que le diese un poco de agua para beber.

Blancaflor sin pensarlo cogió agua y se la acercó a la viejecita  “Aquí tiene, beba todo lo que quiera”, le dijo sosteniendo el jarrón para que la anciana pudiese beber cómodamente.

Blancaflor no sabía que aquella pobre anciana era en realidad un hada que se había disfrazado de viejita. El hada, después de beber, le dijo: “Nunca he visto una joven tan hermosa, buena y amable  como tú. Te daré un don: desde ahora y para siempre por cada palabra que digas saldrá de tu boca una flor o una piedra preciosa”.

Cuando Blancaflor llegó a casa, su madre la regañó por regresar tarde del río. “Por favor, perdóname, madre mía”, dijo en voz baja. Y de inmediato salieron de su boca una rosa, un rubí y un diamante.

“¿Pero qué es esto? ¡Ha salido un diamante y un rubí de tu boca!, ¿Cómo es posible? - dijo su madre. Entonces Blancaflor le contó lo que había ocurrido.

“Pues tu hermana ira al río también”. llamó a su hija mayor: “Mira lo que sale de la boca de tu hermana cuando habla. ¿No te gustaría tener un don semejante? Bastará con que vayas a buscar agua al río y esperar que una estúpida vieja te pida agua para beber”.

“¡No faltaba más, ir al río!”, respondió groseramente la joven. 

“Quiero que vayas y le des agua a la vieja ¡De inmediato! Toma el mejor jarrón que tenemos y vete. - repuso la madre chillando.

La grosera chica se llevó un jarrón de plata y se fue para el río a regañadientes. Apenas llegó al río se le acercó una hermosa y joven mujer magníficamente vestida que fue a pedirle de beber: “¿Me puedes dar un poquito de agua, por favor?” En realidad, era la misma hada que se había le había aparecido antes a Blancaflor, pero esta vez se disfrazó de una princesa.

“¿Que te de agua? ¡Si quieres agua, bebe directamente del río!” contestó la chica de mala manera y con desprecio.

“Eres una persona muy mal educada y desagradable”, contesto el hada. “Ya que eres tan poco atenta, te daré el don de que con cada palabra que pronuncies, salga de tu boca una serpiente o un sapo”. El hada hizo su hechizo y volvió al bosque.

La chica regresó corriendo a su casa y al llegar, su madre le preguntó: “¿Encontraste a la vieja? ¿Te hizo el mismo hechizo como a tu hermana? ¡Contéstame de inmediato!”

“¡No!”, contestó furiosa, echando dos sapos y una serpiente por la boca.

¿Pero qué es esto? ¡Tu hermana tiene la culpa, me las pagará!” Y corrió a buscar a Blancaflor para golpearla, la pobre joven tuvo que huir de su casa y refugiarse en el bosque.

Blancaflor estaba muy cansada y triste llorando en el bosque cuando de repente escuchó que se acercaba un caballo a galope; apareció un apuesto jinete quien resultó ser un príncipe. Viéndola tan hermosa le preguntó qué hacía sola en el bosque y por qué lloraba. 

“Es mi madre que me ha echado de casa y por eso me he escondido aquí”, explicó Blancaflor. Mientras hablaba, el príncipe veía como salían de su boca zafiros, esmeraldas, rubíes, diamantes y algunas flores.

El príncipe se enamoró de su dulzura, de su hermoso rostro y de su bondad. Además, aquel increíble don le encantó tanto que le pidió la mano en matrimonio. Ella aceptó casarse con el príncipe con la condición de que le permitiera llevarse a su padre con ella a vivir en el palacio, el príncipe estuvo de acuerdo así que celebraron una fastuosa boda y vivieron felices por siempre.

Excepto la hermana mayor y la madre quienes se fueron haciendo tan insoportables que nadie las quería cerca y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Autor Charles Perrault


Apuntes sobre el Cuento

Enseñanza/Moraleja:

La bondad y educación atrae cosas buenas a nuestras vidas, mientras que la maldad y descortesía solo atraen miseria y repulsión.

 

Edad recomendada:

A partir de 7 años

 

Valores qué se trabajan:

Se trabaja la importancia de tener buena educación, cortesía y consideración, ser generosos y atentos.